El día de ayer fue uno de los más exóticos que me haya tocado vivir.
Dentro de las actividades que desarrollo (de gratis) en mi trabajo está la coordinación de un módulo de especialización en computación gráfica, lo que incluye a su vez la coordinación de 5 asignaturas. Una de las tareas al final del semestre es programar grupos y conseguir los profesores. Al enviar mi propuesta para un profesor, a los 5 minutos recibo una llamada telefónica de vuelta del departamento al cual estoy adscrito. Para abreviar, se me informaba que el módulo y las asignaturas que coordino se pasaban a control de otro departamento.
Yo me quedé pasmado. ¿Cómo era posible que se hubiera tomado esa decisión sin que se me hubiera informado, ya no decir siquiera consultado?
Me dediqué a tratar de localizar a los respectivos jefes de departamento (con ambos me llevo bien y no tengo diferencias con ellos) sin tener mucho éxito al principio, pero hacia el final del día había logrado hablar con ambos y en apariencia se había logrado llegar a un acuerdo.
El día de hoy, después de llegar de una audiencia en tribunales que se extendió mucho más de lo debido, revisando mi correo electrónico previo a dirigirme a la Universidad, veo que las cosas no se han apaciguado y, de hecho, se han agravado.
Somos una institución académica. Mi trabajo ha sido meramente académico. Pero estoy sintiendo que la situación ya va mucho más allá de la academia y que incluso empieza a bordear en rivalidades personales entre ambos jefes de departamento.
La situación es similar a cuando un matrimonio con hijos se divorcia: ambos aman a los hijos, les gustaría quedarse con la custodia de ellos (salvo algunas excepciones) y, a medida que pasa el tiempo, el amor que motivaba la necesidad de mantener la custodia se va reemplazando por un impulso más personal, más de rivalidad. Se pierde la objetividad y la visceralidad predomina. Los hijos son los principalmente afectados.
Me temo mucho que esto pueda llegar al punto en el que, como en el ejemplo que cité, vaya a quedar como el hijo olvidado en la tierra de nadie y los planes académicos, la meta formativa se deforme a una caricatura de lo que pudo haber sido.
Obviamente, no pienso permitirlo.
Falta que no me lo impidan.
